El reconocido fiscal de Neuquén fue uno de los profesionales que cerró el primer módulo del “Programa de Litigación Penal Adversarial en el nuevo Código Procesal Penal de Corrientes” y plantea un punto de ruptura que los operadores del derecho deben hacer con el viejo sistema.
El doctor Maximiliano Breide Obeid es fiscal Jefe en la I Circunscripción Judicial de Neuquén, donde dirige y coordina las Unidades Fiscales de Delitos Sexuales, la Oficina de Ejecución de la Pena y la Unidad de Delitos Ambientales y Protección Animal con competencia Provincial.
Es, además, prestigioso capacitador en reformas procesales y litigación oral en el país y el exterior. Y tiene una aquilatada trayectoria como docente de varias universidades.
Durante una charla con la Oficina de Prensa del Ministerio Público, y tras su reciente visita a Corrientes para cerrar el primer módulo del “Programa de Litigación Penal Adversarial en el nuevo Código Procesal Penal de Corrientes”, dejó claras definiciones sobre cómo debe encararse este cambio de paradigma y el nuevo rol de los fiscales en el sistema acusatorio.
-En cuanto a pasar a un proceso penal adversarial, usted plantea una suerte de punto de ruptura con el viejo sistema: dice que los operadores del derecho no deben decir “esto es como lo que yo hacía” porque no tiene nada que ver. Incluso habló de un trauma ¿Cómo debe afrontar y procesar ese trauma el operador del derecho?
-Lo primero que tiene que pensar es que es algo diferente a todo lo que había hecho hasta el día anterior a la reforma. Es decir que pensar en tratar de adaptar un sistema nuevo, una práctica nueva, una cultura nueva a lo que ya conocía es el principal error. Es como aprender otro idioma y pretender que determinadas palabras se adapten al lenguaje que sabía antes. Es un idioma diferente, con reglas diferentes, con prácticas diferentes y sobre todo con unas cuestiones que tienen que ver con una apertura del poder judicial. ¿Por qué digo una apertura del poder judicial? Porque estamos acostumbrados a trabajar entre abogados, ya sea juez, fiscal, defensor. Con un determinado libreto, que es un expediente, que muchas veces obedece a investigaciones con secreto de sumario, que tienen cierto secretismo, un cierto lenguaje muy técnico que entendemos nosotros, y de repente todo eso se abre, no solamente a la víctima, al imputado, sino a una sociedad que también va a estar expectante a lo que pasa en cada una de las audiencias. Esto es una exigencia que tenemos los fiscales de saber cómo comunicar, la comunicación es algo muy importante en estos procesos de reforma, que tiene también hasta con cambiar el lenguaje. Comunicar de una manera más clara para que no solamente el imputado y la víctima pueda entender, sino cualquiera que vea una audiencia pueda entender lo que está pasando y sobre todo entender lo que se está resolviendo.
-A propósito de comunicación, dijo que la mera infracción a la norma no tiene por qué generar un legajo de investigación. ¿Esta postura no viene a alimentar ese clamor popular que cuestiona por insuficiente el rol de la justicia? ¿Cómo se le explica a la gente de a pie que se deben administrar los conflictos y no generar trámites a veces inconducentes?
-Quizás, el error está en pensar en que si no se resuelve rápido se le está dando una respuesta a cada individuo cuando hace una denuncia. Creo que el error radica ahí, porque lo que se hace es extender un trámite cuyo resultado va a ser siempre el mismo, repito que lo dije en el curso: si me dijeran que todas las denuncias llegan a juicio, bueno yo les daría la razón. Lo cierto es que (las causas) se dilatan en el tiempo para dar una respuesta de muy muy baja calidad, que es un archivo o sobreseimiento, Y el desafío no está el procesar esos casos dentro del sistema penal, sino darle una respuesta rápida. Y a veces las respuestas no están dentro del sistema penal. ¿Qué es lo que quiere una persona que denuncia que le hurtaron un teléfono, la cartera o los documentos en la vía pública? Lo más probable es que quiera recuperar parte de eso y por ahí, quizás, en el proceso convencional, donde estábamos instruidos para averiguar la verdad, como si la verdad fuera llegar al trámite por obra de magia, y en realidad lo único que está queriendo la persona, no es saber la verdad, porque ya sabe que le robaron, quizá no sabe quién, sino recuperar sus cosas. Y por ahí el proceso penal no es el camino para lograr lo que la víctima quiere en este caso, con lo cual la solución del conflicto no siempre está ligada al trámite del proceso. Eso es lo que hay que explicarle a la sociedad. Que va a tener respuesta, quizá no la que esperaban, pero va a tener respuesta rápida y va a tratar de repararse parte de lo que esa persona perdió. Además, de otra manera, esto permite, si yo selecciono este tipo de casos, después en los casos que sí hay un clamor social de respuesta inmediata de la justicia, que requiere investigación como los hechos más graves, pueda dedicarle el tiempo y los recursos para investigarlos.
-Les dijo a los funcionarios correntinos que participan de la capacitación que si todos los casos que llegan a conocimiento, no serían suficientes ni todas las fiscalías ni todos los recursos. ¿Qué perfil debe tener ese fiscal que encara el nuevo sistema?
-Es un fiscal que tiene dos características: por un lado es un fiscal investigador, y por el otro es un fiscal litigante. Hay que capacitarse en los dos aspectos, es un fiscal que tiene que estar mucho más presente, depende de la organización que se dé el ministerio público fiscal de cada provincia. Pero es un fiscal más presente en los lugares del hecho, la sociedad lo percibe como algo positivo, y tener un conocimiento y dirigir la investigación desde el inicio hasta el fin. Y el final presupone preparar los casos para poder después defenderlos en juicio. Ese es el perfil del fiscal en este sistema. Ya no trabaja como un trámite en instancias, sino que conoce el caso desde el inicio y lo lleva a puerto hasta el final. Y en esa medida no solamente hay un compromiso que se logra del fiscal con su caso, porque lo ve nacer, sino también porque lo acompaña hasta el resultado y, esta es una visión particular, cuando decide llevar ese caso que vio nacer a juicio, el único éxito asociado a eso es una condena.
-¿Por qué sostiene que el fiscal ya no instruye, sino que recopila información?
-Porque la instrucción está más ligada a la lógica del expediente, de cumplir con cierto rito, de cumplir pautas de investigación, y en realidad la recopilación de información tiene que ver con la investigación a los efectos de incorporar al caso penal cuáles son los datos que le sirven o relevantes y cuáles son superfluos y demás. No satisface el cumplimiento de un trámite la investigación y cumplir con determinados estándares o requisitos que dicen qué es una investigación, sino con incorporar información útil que me sirva para el caso.
-Ha dicho que también la oralidad se puede burocratizar. ¿Cómo es eso?
-Hay una creencia que cuando se pasa de lo escriturado a la oralidad se termina la burocracia. Lo cierto es que si estandarizamos esas audiencias orales y se repite como lorito lo que está escrito y no se le da un sentido, y no hay una selección o no hay estrategia, lo que terminamos haciendo es de la oralidad un trámite. Entonces no hay un control de lo que llevamos a juicio, no hay un impulso inteligente de los casos y por lo tanto, la oralidad no suprime esa idea de trámite si no terminamos de establecer cuáles son los casos que debemos solucionar por otra vía para llegar a juicio. Entonces, en la medida que abramos un grifo y la oralidad pasa a ser solamente un trámite de elevar las causas a juicio, vamos a seguir teniendo los mismos resultados que con lo escritural. Más rápido pero el mismo resultado.
-¿Y cuál es la luz de alerta que se enciende en el tablero para alertar que sobre una burocratización del proceso?
-Desde la fiscalía, cuando empezamos a ver que los casos que llevamos a juicio terminan en absolución. Ese es un buen termómetro para medir que estamos llegando a juicio que no tenemos éxito en términos de acusación. Cuando tenemos más absoluciones que condenas, o tenemos igual cantidad de absoluciones que condenas, o aumentan sistémicamente las absoluciones, es una luz de alerta para decir qué estamos llevando a juicio que lo estamos perdiendo. Entonces, ahí te das cuenta que se está llevando por inercia un montón de casos a juicio que no vamos a tener ningún éxito.
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