2 enero, 2009 - ALBERTO DALLA VIA

“El Congreso de la Nación debe un debate a la sociedad en materia de mecanismos de participación”

El juez de la Cámara Nacional Electoral, doctor Alberto Dalla Vía, sostuvo que la Reforma Constitucional de 1994 dejó establecidos los principios de la participación ciudadana, no así sus mecanismos. “Debemos usar la inteligencia para mejorar esos aspectos” aseguró.

El doctor Dalla Vía estuvo en la capital de Corrientes para el dictado de una conferencia sobre “Régimen Procesal Electoral. Jurisprudencia Actualizada” que se realizó en el Área de Desarrollo de Recursos Humanos del Poder Judicial a días atrás.

Además de su cargo en la Cámara Nacional Electoral, Dalla Via es Profesor Titular Regular de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Belgrano, y docente de postgrado en la Universidad de San Andrés. Ha escrito más de diez libros y un centenar de cien artículos publicados en temas de Derecho Constitucional.

Consultado por el Departamento de Prensa del STJ, el magistrado se refirió al incremento de la demanda en la participación ciudadana y su confrontación con el sistema representativo: “Si bien nuestro sistema representativo posee un artículo –el número 22- que establece que el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes, las formas de democracia directa y democracias semi-directas se entendieron durante mucho tiempo como formas no permitidas por la Constitución. Hoy las cosas cambiaron y la democracia se entiende más participativa, no se conforma con votar únicamente. A veces por la llamada crisis de representatividad la gente quiere hablar en audiencias públicas, participar en asambleas populares, remover a los gobernantes que no cumplen su mandato, quieren ser consultados”.

Dalla Vía explicó que esos derechos de participación política fueron introducidos en la Constitución Nacional de 1994 y generan un dilema desde el plano teórico. “Los filósofos puros opinan que son términos contradictorios: si yo elijo ser representado no puedo participar. Pero toda la vida social tiene términos antitéticos. Yo promuevo más libertad individual y restrinjo la igualdad para todos, y al revés; si promuevo más igualdad restrinjo libertades. Esta ha sido la dialéctica entre el liberalismo y el socialismo y el problema esta en el medio. Aquí ocurre lo mismo: hay que conciliar la democracia participativa con la democracia representativa. Es un problema de equilibrio”.

-¿Cuán lejos estamos de lograr ese equilibrio como sociedad?

-Se va dando de a poco. Pero además no es un tema que se pueda establecer por norma, depende de una actitud colectiva. Hay comunidades más y menos participativas, incluso en nuestro país hay sociedades del sur donde la gente tiene presupuestos participativos y asambleas populares en los municipios. La ciudad de Buenos Aires tiene actitudes participativas en asambleas públicas.

-Pero las asambleas públicas no son vinculantes…

-No, son procesos. Cuando en 1994 se reformó la Constitución Nacional se establecieron los principios pero no los mecanismos. Por ejemplo, para hacer una ley por iniciativa popular hay que reunir muchas firmas, y eso es por mantener la llave de la iniciativa legislativa. Si creo por otra parte que cuando la sociedad reclama participación, puede volverse imparable. Recordemos la crisis del 2002, la gente pedía que se vayan todos, una frase irracional pero que en realidad importaba un reclamo de mayor participación. En ese sentido hay que revisar los procesos de participación en el seno de los partidos políticos, necesitamos fortalecerlos, la gente no se siente representada porque no puede participar.

-¿Cómo avanzar sobre la crisis de representatividad?

-Si. De todos modos, esta crisis no es un problema único en Argentina. La democracia continúa siendo la menos mala de las formas de gobierno, y por lo tanto la mejor. Mitre afirmaba que las heridas de la libertad se curan con más libertad. Lo que debemos hacer es usar la inteligencia para mejorar los mecanismos de participación y en ese sentido creo que el Congreso de la Nación nos debe un gran debate. Hay ciertos aspectos que deben analizarse: los partidos, las leyes y las normas que redundan en que tengamos demasiados partidos, lo cual fragmenta la representación.

-Mayor número de partidos, ¿no es sinónimo de pluralidad?

-Si, pero a mayor pluralidad o representación menos gobernabilidad y al revés. Hoy sabemos que cuando hay exceso de representatividad no se puede gobernar. La legislatura de la ciudad de Buenos Aires es un ejemplo: hay partidos políticos tan pequeños que no se logran acuerdos, y la democracia es por sobre todo un sistema de gobierno que debe respetar los gustos y apetencias de las mayorías. Hay países que funcionan con un sistema bipartidista, como EEUU. Nosotros tenemos 676. Lo que hay que buscar entonces es un número razonable de partidos.

Dalla Vía asegura que el votante “va confundido al cuarto oscuro y sale de allí en ese mismo estado”. “Hay tantas boletas, tantos acuerdos…un valor de la democracia es el voto informado, que el elector tenga conocimiento de la propuesta de cada partido. Para eso deben, entre otras cosas, transparentarse las normas de financiamiento, y eso deben resolverlo los legisladores.

A propósito de los 25 años de vida democrática celebrados en Argentina el pasado 10 de diciembre, el magistrado comentó haber asistido a las recientes elecciones estadounidenses. “No me impresionó el sistema electoral o las máquinas de votar, sino la renovación de la esperanza que la gente puso en los candidatos tras la etapa Bush. La democracia es un sistema de creencias y nosotros debemos renovarlas” concluyó.