Especialista en gestión judicial, el doctor Labrada afirmó que en los juzgados de primera instancia del país el 50 por ciento del tiempo de trabajo está destinado a tareas improductivas. “Se puede producir mejor sin trabajar más”, aseguró.
Ex Juez en lo Civil y Comercial de
El especialista relató que uno objetivos del encuentro era demostrar que es posible producir mejor sin que ello implique trabajar más, ni más tiempo. ¿Cómo? Eliminando la totalidad de las tareas improductivas y a las que si lo son, buscarles el camino más simple.
Entre el primer grupo citó varias prácticas, entre las cuales se encuentra la costura de expedientes. “Es anticuada e irracional” calificó. Otra de las prácticas citadas en esta categoría es la de los proveídos: “Un abogado presenta escritos con cuatro pedidos y se le provee uno solo con la leyenda Aclarado que sea se proveerá. Eso implica que como no está aclarado cual es el proveído hay que presentar otro escrito para que le provean los restantes, y así se acumulan escritos innecesarios, siendo que se podían haber proveído los cuatro en la misma providencia”.
Labrada señaló otro caso como ejemplo: “Hay jueces que redactan sentencias de 30 o 40 fojas. Al respecto, Quiroga Lavie refiere que se trata de magistrados que se convierten en tratadistas…y el tiempo serviría para el dictado no de una sino de cuatro sentencias”. El especialista consideró que se produce una confusión de roles porque los Tribunales “no están para hacer escuela” ya que la sociedad lo que requiere es la parte resolutiva.
-¿Existen estudios realizados sobre medición de tiempo en tareas improductivas en los juzgados?-
-Si, y concluyen que en los juzgados tradicionalistas esas tareas ocupan la mitad del tiempo de trabajo.
-¿Hallan diferencias según el fuero o la instancia?-
-No respetan ni unos ni otros, pero si marcan una diferencia con los de segunda instancia donde el trabajo es más jurídico. En los tribunales de primera instancia, el 70% es gestión y el 30% jurídico.
-Los juzgados tradicionalistas son los que predominan en el país?
-Si, aunque de a poco la gestión eficiente va avanzando. En la actualidad el 25% de los juzgados del país aprovechan el tiempo racionalmente y algunos inclusive, aplican las normas ISO. Tenemos relevados unos 40 juzgados –entre ellos penales- que certifican calidad.
-Se trata sólo de tomar una decisión política al respecto?
-Fundamentalmente tiene que ser la cabeza de la institución judicial la que toma la decisión de certificar calidad, y luego debe haber acompañamiento, a través de lograr el entusiasmo del equipo porque su aplicación no es una cuestión de leyes y teorías. Es una cuestión de convencimiento. Gestionar es hacer. Sí, se necesita teorizar, estudiar y conocer pero mientras no la hacemos, la gestión de calidad no existe. Es común escuchar “Yo no puedo ocuparme de la gestión cuando estoy abarrotado de causas”. No se dan cuenta que en ese estado es cuando más necesitan sistematizar su trabajo.
-¿La gestión judicial requiere una erogación económica?
-No, requiere esencialmente estar dispuesto a hacer. Lo que ofrece muchos resultados es un ejercicio de comparación de las mejores prácticas. Esa es la manera más sencilla de mejorar la gestión. Ahora bien, hay que ser humildes para reconocer que otro juzgado está funcionando mejor que el que está a mi cargo y copiar las buens prácticas.
-¿Cuáles son los casos más destacados en el país?-
-Las notificaciones electrónicas en Mendoza desde el 2007 y también la filmación de audiencias en Río Negro. En este último caso, constituye una mejora porque pueden registrarse inflexiones de voz y lenguaje gestual, lo cual permite la inmediación del juez. Una audiencia puede llevar 10 minutos y la elaboración del acta 40 minutos. Acá el tiempo permite que el juez participe activamente y conozca en forma directa los hechos al dictar sentencia.
-¿Rescata algún caso en Corrientes?
-Si, la comparación de prácticas entre juzgados y los varios talleres de estudio realizados. También la mediación está perfeccionada.
Para finalizar el doctor Labrada sostuvo que “Hacer las cosas de un modo porque simplemente se hicieron así por mucho tiempo, no era una razón valedera y era la idea opuesta a lo que necesita la gestión judicial, que “no es más que la aplicación del sentido común”.