El Juzgado Civil y Comercial N° 6, con competencia en Conocimiento, es uno de los primeros en el Poder Judicial de Corrientes en haber implementado en el año 2006 el SIGIAJ IURIX. "La tecnología nos ayuda a brindar respuesta a los justiciables en tiempo oportuno y sirve para el control de calidad", señaló su titular, la doctora Selva Spessot.
-Esas modificaciones, ¿eran intuitivas o tenía conocimientos sobre la gestión de juzgados?
-Yo venía con una idea bastante precisa de los déficits que existían en el Juzgado N° 6, ya que había litigado allí cuando ejercía la profesión. Pero las acciones que llevé adelante eran generalmente de carácter intuitivo.
-¿Qué otros cambios introdujo?
-Yo tenía claro que los cambios y sus resultados no se producirían de un día para el otro y que la finalidad era “levantar al juzgado”. A partir de allí comencé –entre otras cosas- a trabajar junto a los empleados, por ejemplo, firmar despachos en el mismo ámbito donde ellos estaban, lo que me permitió observar el trabajo y en base a ello proponer mejoras. Mi presencia tenía no sólo la finalidad de control de tareas, sino de dar un ejemplo sobre el modo de trabajo que pretendía. Se impuso la necesidad y conveniencia de trabajar por la tarde, sin horarios. Para mí los objetivos en la tarea jurisdiccional son muy claros: aplicar y respetar el Código Procesal Civil; las providencias, resoluciones y sentencias deben salir en el plazo fijado por la ley formal. Eso da crédito al trabajo de cada uno. Cada expediente representa una o varias vidas reales y tenemos que evitar que se deshumanice el trabajo, que empleados y funcionarios “vean sólo expedientes”. Esa es responsabilidad de los jueces.
-¿Cómo tomó el personal la informatización del juzgado?
-El IURIX fue la oportunidad histórica de avanzar con los cambios que habíamos logrado en el juzgado. Antes de iniciar el curso de capacitación en el 2006, convoqué a una reunión y les expresé que no había opción: o ingresábamos al sistema o nos quedábamos afuera de él, lo que significaba quedar fuera del Poder Judicial, por que la decisión política de implementar la informatización estaba felizmente adoptada. Nos pusimos de acuerdo y nos capacitamos casi sin inconvenientes ni resistencias; con la ventaja de que los últimos dos empleados designados -Victor Quintana y Miguel Gauna- captaron rápidamente su funcionamiento y sirvieron de refuerzo en esa etapa para sus propios compañeros. Su aporte y contención, sumada al que proporcionó el personal de
-¿Se evidenció algún tipo de resistencia al cambio en el personal?
-No. La verdad es que debo ponderar y resaltar la actitud de los funcionarios y empleados del juzgado; incluído uno de los más antiguos en esta dependencia, Ramón –Cacho- López a cargo de
– ¿A qué lo adjudica?
-Creo que comprendieron que era un instrumento necesario y muy valioso para mejorar el servicio. Por supuesto, el IURIX no reemplaza el cerebro humano, pero la tecnología nos ayuda a brindar una respuesta en tiempo oportuno al justiciable y sirve para evaluar el control de calidad.
-¿Qué tareas ya están informatizadas en su juzgado?
-Por ejemplo, uno ingresa el número del expediente y puede saber exactamente dónde está la causa y cuando regresa. Así, ni el personal pierde tiempo buscando el expediente en papel, ni el profesional debe esperar. Al tener estandarizados los modelos de providencias, ya no hay que tipearlas, lo cual también llevaba tiempo. El hecho de estar en red facilita el trabajo interno del juzgado por que ahorra tiempo desperdiciado en recargar datos. Actualmente se publican las resoluciones y su contenido, excepto las causas de contenido reservado. La circulación interna de datos es también sumamente beneficiosa.
-A su juicio, ¿la informatización de una estructura como la del Poder Judicial debe ir acompañada de otras medidas?
-Creo que hay que generar una buena política de gestión judicial, y conformar verdaderos equipos de trabajo en los juzgados. En cada organización el juez debe brindar las pautas generales sobre las que se edifica ese equipo. De otro modo, el IURIX no servirá si existen desinteligencias o falta de decisiones adecuadas. La informatización no es la panacea, resulta provechoso si uno cuenta con un “equipo humano capacitado” y una buena gestión. Lo que no logramos aún es achicar la brecha del tiempo entre el inicio de un proceso ordinario y el dictado de la sentencia final, ya que en el transcurso del mismo suceden muchas veces planteos dilatorios que insumen tiempo procesal. En ese sentido, habría que modificar la vieja cultura del litigio, tanto en los auxiliares como en los operadores del sistema.